Pongamos que tenemos un equipo de fútbol, 11 jugadoras o jugadores y todo el presupuesto que queramos para contratar, ficharías 11 Messis?
Es el mejor jugador del mundo, pero no es el mejor lateral izquierdo, o medio centro, o portero, no? Necesitas al mejor en cada puesto para formar un buen equipo, cada uno tiene un talento. Con 11 Messis en el campo pierdes seguro. Pues lo mismo pasa en las empresas.
Necesitas un equipo equilibrado y compensado en todas sus líneas, y para eso está el director deportivo, su labor es determinante para decidir, junto al entrenador y al cuerpo técnico, que necesita el equipo y cómo se ajustan esos perfiles a la filosofía del club. Para decidir si se ficha o no, o si se les renueva el contrato o no.
El que llega nuevo tiene que saber a qué juega el equipo, de hecho se contratan entrenadores que encajen con la filosofía de juego del club. Se da el caso de equipos que tienen esa cultura tan integrada, tan en el ADN que cuando alguien se forma desde la cantera y llega al primer equipo no necesita apenas periodo de integración, juega de memoria. Ser fieles a ese posicionamiento es lo que nos va a hacer fuertes con el tiempo.
Pero una vez se transmite la táctica del partido y se motiva adecuadamente a los jugadores, cada uno debe salir al campo y desempeñar su función para el equipo, pero al mismo tiempo disfrutar, improvisar, crear. Es como en la empresa, no vale ir por raíles, no todo puede ni debe venir desde arriba unidireccionalmente. Fieles a los parámetros de empresa, pero libres para innovar, para pensar por sí mismos, para proponer mejoras y sugerir cambios.
Así es como se rompen las defensas contrarias, se marcan goles y se ganan partidos.
Estamos cansados de escuchar que las marcas se construyen entre todos, que los públicos, los stakeholders son determinantes en la interactuación, construcción y consolidación de una marca. Necesitamos fans, hinchas, que no hooligans, y una afición entregada que anime y apoye al equipo.
SOMOS LO QUE HACEMOS MÁS QUE LO QUE DECIMOS.
Qué importante el factor humano, la gestión del vestuario. Hay que cuidar y desvivirse por nuestro equipo, por ese grupo de personas que lo dan todo cada día por la compañía. No basta con decir que somos una marca humana y estar con la tendencia, somos un sumatorio de personas comprometidas que transmiten y difunden nuestra cultura de empresa, que la asumen y la defienden, EMBAJADORES DE MARCA al fin y al cabo. Gente contenta y satisfecha que estarán encantados de contarle a todo el mundo qué bien les va.
De la misma manera, si alguien destaca, tiene un talento especial, hay que jugar para él, construir el equipo alrededor de las figuras, de los cracks. No pasa nada, así es la vida y ha sido siempre, unos se sacrifican por otros para conseguir un logro común. Eso sí, los mejores jugadores no se conforman con el dinero, quieren un equipo competitivo y ganador a su lado.
Hay un entrenamiento en grupo y otro personalizado donde se potencia el talento y se mejoran las carencias. De nada sirve contratar un Brand Manager si no se entiende la individualidad y se sabe tratar e integrar las distintas Marcas Personales que conforman la Marca Corporativa. La empresa tiene un Propósito y una Misión, y las personas también, es importante saberlo para que no hayan malos entendidos, para no perder el tiempo nadie.
En Branding Vital trabajamos junto a las personas y en Brand in Brand junto a las empresas y las personas.