Hay quien no se ha dado cuenta todavía que el conocimiento siempre es prestado, que el saber es otra cosa. Y que las buenas ideas, las más creativas, llegan del espacio que queda entre líneas, de la capacidad de desaprender toneladas de dogmas que pesan como una losa y que, si no tienes la capacidad de sacudírtelos, si no te has educado en librepensar, quedas atascado en un modelo repetitivo y caduco. Eso sí, nadie te tachará de raro, de inconformista, de chalado, de ir contra las normas, de inadaptado, de apocalíptico… Todo lo contrario: perfecto ciudadano modelo. Modelo de quién? Modelo de qué?
Que el sistema educativo cooperativo, creativo y participativo, frente a un modelo evaluativo, meritocrático, repetitivo, competitivo y de coeficiente intelectual, determina una manera de vivir y convivir u otra.
Que hacer lo que uno quiere, lo que uno piensa y en lo que uno cree es lo más liberador y curativo que existe, es mágico.
Que transgredir, cuestionarse las cosas, dudar y, por tanto, sentirse inseguro te hace descubrir y crecer.
Que nadie es mejor que nadie, ni más que nadie, pero que todo el mundo merece amor, comprensión y respeto. Difícil tarea cuando tienes que «pelear» con el de al lado.
Que es más importante respirar, alimentarse, bailar, reír, empatizar y sentir que copiar del libro o memorizar conceptos trasnochados.
Que, en definitiva, lo más importante es crear, elegir y gozar tu propia vida, hagas lo que hagas, digas lo que digas, pienses lo que pienses y ganes lo que ganes.
Libera tu mente de los prejuicios e intenta algo nuevo que te siente bien, la vida tiene fecha de caducidad y, como dice Mujica, no se puede comprar más en los supermercados.
Por Juanjo Martí