Aprender a no hacer nada

Como no hacer nada y no morir en el intento, ni sucumbir a la culpa.

Todos ofreciendo un montón de cosas para hacer, hacer y hacer sin parar. Acumular sensaciones, ideas, conceptos, pensamientos, experiencias, creencias, objetos, vivencias, posesiones… Y aferrarnos compulsivamente a ellas, a su repetición y consumo constante. La diferencia entre Instagram y Milanuncios ya casi es imperceptible.

Y es que la acumulación de conocimiento es erudición, pero la sabiduría tiene que ver con el cultivo de uno mismo, el Ser cultivado en cada una de sus facetas es culto. Y para cultivarse hay que despojarse de lo que sobra, ir a lo esencial.

Qué pasa entonces cuando paramos, cuando nos silenciamos y nos aquietamos?

Pues, normalmente, que sale todo, sí, sale todo aquello que somos y sale todo lo que somos en este momento, aquí y ahora. Y eso no nos suele gustar y lo desechamos rápido, no le damos el tiempo necesario para verlo, asumirlo, reposarlo e integrarlo. Lo queremos todo ya, y si no mola, fuera!

Hace poco una buena amiga, que venía de una actividad de fin de semana, me comentaba: Oye que hicimos meditación y no me sentó muy bien, claro, como no estoy acostumbrada a parar… Y es cuando trabajo con la gente lo que detecto normalmente es que lo que más les cuesta es parar, que no están entrenados para no hacer nada y sentirse.

De hecho toda esta reflexión surge porque hay una pregunta que suelo hacer normalmente a la gente que hace un proceso de Branding Vital o de coaching y es: ¿Qué te gusta tanto que hasta pagarías por hacerlo? Y me puse a pensar en qué es lo que a mí me gusta tanto, y sin darme demasiado tiempo para racionalizarlo, lo primero que salió fue: NO HACER NADA, CONTEMPLAR LA VIDA Y SENTIRME. Pues sí, eso fue.

Y es que hace tiempo que vengo pensando que lo más transgresor, lo más radical y lo más revolucionario que puede hacer un ser humano por sí mismo y por los demás es sentarse a meditar o a orar contemplativamente. Rendirse, soltar y olvidarse de sí. No se puede amar lo que no se conoce, a lo que no estás atento, y si no te conoces…

Sin embargo, a veces los que me conocen, y hasta me quieren, me han tachado de vago, de cómodo, de perezoso, de desinterés, de salir poco por las noches. Cuando yo, sin embargo, cada vez saboreo la vida con más intensidad, cada vez más instalado en la alegría del Ser y disfrutando e intensificando la simplicidad, la sencillez y el decrecimiento en mi vida. Eso para mí es madurar, seguir en un camino que no acaba nunca, hacerse cargo de uno con sus luces y sus sombras, morir un poco cada día, querer vivir para saber morir.

Y es que sentarse a meditar es una pequeña muerte para el ego cada día, para el personaje que somos cada uno, el protagonista de nuestra película que creemos ser. Hacer es el mejor amigo de ego.

Parar es todo un entrenamiento, no es fácil estar quietoparao y en silencio, para no hacer a conciencia, o con consciencia, necesitamos tiempo y a veces ayuda para conseguirlo.

Los animales pasan la mayoría del tiempo tumbados, al sol o durmiendo. Son verdaderos maestros de vida, confían en ella, no se sienten culpables. La música sólo se construye con silencios, de lo contrario sólo sería ruido y no habría melodía. La asana más difícil que hay es Savasana porque tienes que “silenciar” tu cuerpo y tu mente. La Creatividad solo fluye cuando hay “huecos” en el pensamiento discursivo, cuando le das tregua a la mente y no la obligas a producir, sólo entonces surge la creación.

Así que te invito, ahora mismo si quieres a permanecer unos instantes, un par de minutos, a parar y no hacer nada, tan solo estar pendiente de tu respiración y de lo que acontece dentro de ti. Luego tú ya decides.

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